Frívolo recreo encontré en tu persona,
fraudulenta artimaña, el manejo de sentimientos
la pretención de gobernar tu modesta diligencia,
ser titiritera de tus cándidos sentires.
Tentativas de cautivar y embaucar
despertar pasiones y vértices de lagrimas,
cúspide de desesperación
muerto que vagaría en sufrimiento
y brindaría gozo a mi obrar.
Ajeno a malicia que abrazaba tus aires,
retozando en fuego con promesa de calcinar,
Mas tus manos obraban a mi bienestar,
brindaban abrazo custodio, dilatado.
Con pretensiones de rescate,
ofuscaba en tus ternuras y perdía en tu sosiego
abatía mi alma el cálido amparo
que ajeno a lujuria, me fastidiaba.
El trabajo de tus brazos mi alma agraciaba,
incitaba arrebatos de frenesí
dignos de vigilia,
atentaban en desmoronar
el temple sudado.
Un juego de poder que escapó de mi jurisdicción,
tu integridad doblegó mi pecho,
derrocó toda lógica perversa
y lejos de hacerte sucumbir,
dañé mi juicio y sensatez.
Ahora reclusa de tu tibio regazo,
muestro perturbación al andar,
pues lejos de ser frío tu corazón y
caliente tu razón,
causas úlceras en mi deseo desorientado.
Agobiada por no ser correspondida,
egoísta y suicida por a haber perdido,
detestable he de perecer,
para ser nuevamente parte de la tierra.
—Tomás G. Michel